Mi nombre es Menachem Goldberg. Nací en Israel en 1961, y, como israelí, me uní al ejército de defensa de Israel (IDF). Después de mi servicio en el ejército estudié para ser guía turístico, luego viajé por el mundo entero. Cuando volví a Israel, me casé y junto a mi señora buscamos un lugar para ver crecer a nuestra familia (en ese entonces teníamos un niño, hoy gracias a Dios, tenemos seis). Decidimos entonces instalarnos en Hoshaya, un asentamiento jóven sobre las hermosas colinas de la baja Galilea, a la vista de Sepphoris – el lugar donde fue compilada la Mishna. Hoshaya estaba compuesta, en aquel tiempo, de treinta y ocho familias, gente maravillosa, que había venido junta especialmente para construir una nueva comunidad en la tierra de Israel.

Mi sueño, aún antes de mudarnos a Hoshaya, era crear un sitio donde los visitantes pudieran volver a vivir el modo de vida de nuestros antepasados en Galilea. Aquí, a la vista de donde se situaba el Sanhedrin, sus sabios y su líder, Rabbi Yehuda HaNasi, redactor de la Mishnah, el sueño se hizo cada vez más convincente. Comenzamos a recrear el modo de vivir de nuestros antiguos sabios – como ellos trabajaban la tierra y desde luego incluimos esa sabiduría en nuestro programa, uniendo a la gente, la Tora y la Tierra en un todo integrado.

Este sueño ha podido hacerse realidad gracias a la ayuda de muchas buenas personas, incluyendo la ayuda del Fondo Nacional judío, la Agencia judía, y también agencias gubernamentales. La familia Hujirat proveniente de Bir-el-Makhsur, trabajadores fieles y comprometidos, han construido de la mano junto a nosotros este establecimiento.

Hoy, veinticinco años después de que plantamos los primeros árboles, que hoy proporcionan una sombra abundante, aún damos las gracias a Dios por la fuerza, la hermosa gente entre la que vivimos, y la maravillosa gente que tenemos la oportunidad de recibir aquí, en Kfar Kedem.

Kfar Kedem recibe a gente de todas las edades, de Israel y del extranjero, judíos, Cristianos y Musulmanes. Estamos agradecidos por tener el privilegio de compartir con ellos nuestro enfoque de la Galilea, nuestra fe y nuestras esperanzas.

Rezamos para que Kfar Kedem pueda seguir atrayendo a tantos visitantes, y que las actividades únicas, realizadas a mano, de las que ellos disfrutan aquí los inspiren para ser los embajadores de buenos deseos para nuestra gente y nuestro país.